LAS LATAS EN EL FONDO DEL RIO
Fotograma de Rodrigo D. No futuro. Víctor Gaviria 1988
Abrimos esta edición de zinética - el gato naranja con un artículo de Juan Diego Velásquez Romero publicado el 5 de diciembre de 1981 en el periódico EL MUNDO con motivo del fallo del premio nacional de crítica cinematográfica, que otorgó el premio al ensayo LAS LATAS EN EL FONDO DEL RIO escrito por Luis Alberto Alvarez y Víctor Gaviria. Hoy, después de la finalización del contrato de Kodak con el teatro donde se entregarán los premios Oscar, cuando la Kodak se ha adherido a la ley de bancarrotas en Estado Unidos, motivada por la ardua competencia en el mercado digital. Digamos ¡Alguien debe saltar ahora! buscar el cine en el fondo del mismo río donde hallaron esta imagen los dos visionarios. Indispensable reconocer esta mágica unión, cuando se trata de hablar del desarrollo del cine colombiano.
Rafael Urrea Soto
Víctor Gaviria y Luis Alberto Alvarez
SOBRE LOS GANADORES DEL CONCURSO FOCINE
Texto aparecido el día 5 de diciembre de 1981
en el suplemento
semanal del periódico EL MUNDO (Medellín).
Por JUAN DIEGO VELÁSQUEZ ROMERO
Uno también sabía de qué se
trataba y llegó a tiempo para que le facilitaran el texto fotocopiado, del
trabajo enviado al primer concurso de crítica cinematográfica convocado por
Focine. Los rostros interrogativos de Luis Alberto y Víctor-“¿Cómo te pareció?-
exigían una contestación precisa y oportuna. De pronto, Focine lanzó el
veredicto y los concursantes cambiaron de mirada hacia el premio y
reconocimiento que se les otorgaba. Como forma de felicitación y para saldar su
pregunta de días antes, decidí realizar este escrito para conversar
plácidamente con ellos.
Aclaro que no conozco los demás
trabajos concursantes y que no analizo el ensayo Las latas en el fondo del
río. El cine colombiano visto desde la provincia”, firmado por el seudónimo
Laurel Hardy, dentro del contexto del concurso. Lo hago por una razón más
valedera: somos muchos los que habitamos en “provincia” y en ella creemos.
Recuerdo que cuando Focine
convocó a participar en el concurso, Luis Alberto, pensaba participar con una
crítica sobre el realizador alemán Win Wenders. Pero las cosas cambiaron. Ante
todo no se escribió sobre un tema específico para unos lectores minoritarios y
tampoco lo hizo solo. Hacían falta muchos elementos para que se escribiera un
ensayo como el de Víctor y Luis Alberto. Ante todo el profundo amor y respeto
que le tienen a la actividad cinematográfica y la valentía para decir sin
tapujos lo que piensan. Pero hay un hecho que resaltaba y se convierte en la
raíz de una crítica severa frente a la manipulación y mutilación del hombre que
desea expresarse por medio del cine. Y
es que Luis Alberto se introdujo en el campo de la realización y se cuestionó
una realidad de la cual estaba ausente, en sus páginas de crítica hablaba poco
e ignoraba el cine colombiano. El caso de Víctor es distinto. Si en un momento se expresaba por medio de la literatura
(poesía), en otro momento empezó a expresarse con el cine. Lo cierto es que
Luis Alberto empezó a experimentar si se podía hacer cine aquí en la “provincia” y lo hizo junto a Víctor. De ahí en adelante sus nombres empiezan a figurar juntos (Cortometraje “EL NIÑO
INVISIBLE” fotografía de Sergio Cabrera).
Lo sorprendente de esta historia
es la asimilación de la realidad cinematográfica colombiana y su continuo
“estar” en el tiempo, siempre en
movimiento abriendo caminos. Hasta hace muy poco Luis Alberto Álvarez, Crítico
de cine de El Colombiano y Víctor Manuel Gaviria, realizador de cine en Súper 8,
no sabían que la década del sesenta era
importante para nuestra historia cinematográfica en el cine colombiano de
ficción o documental. Ellos algo intuían pero no lo tenían racionalizado y se
daban cuenta que el medio les exigía, que ellos tenían los pies puestos en
Colombia y en una época en que la nación va en busca de una identidad que le
corresponda. Hoy los vemos como pioneros tratando de aproximarse a una estética
cinematográfica, hoy los vemos señalando
obstáculos en todo lo concerniente a la realización cinematográfica, hoy
los vemos analizando y cuestionando nuestro pasado.
LAS LATAS EN EL FONDO DEL RIO
El cine colombiano visto desde la
provincia
Por Laurel Hardy
“Uno que sabía de qué se trataba
llegó a tiempo para evitar que las latas oxidadas y polvorientas terminaran
asentadas en el fondo del río Medellín. La moviola se había vendido por
veinticinco pesos, pero los montones de celuloide grisáceo se habían vuelto un
estorbo intolerable para el ejecutor del tribunal. El hombre que llegó a tiempo
comprendió que lo que allí estaba dejando de existir era importante. Sabía que
rescatando las latas rescataría el espíritu que en ellas habitaba. Al
llevárselas a su casa no las abrió, para que el genio no se fuera a escapar. Más
bien les destinó para reposo un espacio sacado del suyo propio. Copiones,
negativos de imagen, negativos de sonido, fragmentos de hechos, noticias,
publicidades, torsos de historias, pedazos de películas olvidadas o nunca concluidas, rostros de personas, unos que
todos recuerdan y otros que casi todos han olvidado. Registro de un pasado
fijado por un registrador que tuvo una vez la pretensión de “ser” el cine colombiano. ”
El acierto de ellos al lograr un
estilo novelado propio de una anécdota que recuerda con amor hace que el lector
continúe llenándose de una poesía que recurre al hecho cinematográfico como
sustento: El gabinete del Dr. Caligari, David Wark Griffith, “historia para
un Fellini”, “audacia de un Herzog que filma en plena selva”, etc. Y dentro de
la crónica que el lector percibe no sospecha la delicadeza de Álvarez y Gaviria
que cuestionan a los directores del presente, sobre todo aquellos que no han
comprendido que el cine posee unas leyes internas y que para estar con ellas sólo basta un compromiso afectivo,
honesto y científico y por sobre todo un riesgo.
Centraron la atención de este
escrito en el retorno o la recuperación de un ESPACIO REAL, propio de la
historia cinematográfica y propia de la realidad de la cual se sustrae. Para
ello se valieron de los kilómetros de celuloide rodados en Colombia y que
carecen precisamente de esa Colombia. Se valieron de la mediocridad de una
televisión colombiana que idiotiza visualmente. Ellos no inventaron. Tan sólo
desnudaron y señalaron la práctica de quiénes nos han educado torpemente con su
hacer cinematográfico.
La abundancia de cortometrajes que sólo consideran nuestro
espacio como una postal, tan plana como una preadolescente o los largometrajes
cuyos actores están siempre en pantalla, actuando como un desfile de modas, lleva
inevitablemente al cine extranjero y a tomar a éste como patrón. Basta con
señalar la presencia física de una ciudad en películas como Manhattan de Woody
Allen o Gloria de John Cassavetes o la presencia del campo en El árbol de los Zuecos de
Ermanno Olmi. En estas películas además de los protagonistas (personas humanas)
está el espacio y éste puede ser la geografía, el lugar donde se desarrolla la
historia.
HAY QUE COMPLEJIZAR EL CINE PUES DE POR SI LA REALIDAD YA LO ESTÁ. Este es el llamado del ensayo “Las latas en el fondo del Rio…” Es tal vez un punto de partida concreto lleno de lucidez y madurez. Pero Luis Alberto y Víctor confiesan su opresión, aquellas ataduras, que cercenan dolorosamente la creación:
HAY QUE COMPLEJIZAR EL CINE PUES DE POR SI LA REALIDAD YA LO ESTÁ. Este es el llamado del ensayo “Las latas en el fondo del Rio…” Es tal vez un punto de partida concreto lleno de lucidez y madurez. Pero Luis Alberto y Víctor confiesan su opresión, aquellas ataduras, que cercenan dolorosamente la creación:
“Experimentos, búsquedas,
expresión, pueden darse sólo si uno tiene un sentido de la improvisación y una
velocidad de ejecución más allá de lo normal. Queda la nostalgia de que soñaba
un ventanal abierto a contraluz echando borbotones de luz sobre las figuras de
bordes marcados, una cámara que debía circunscribir el espacio… No hay manera
de discutir un encuadre, de sentarse juntos a mirar, a dejarnos absorber por
los lugares y las cosas.”
Para ellos el sentido estético es
un pulso acelerado, es una taquicardia que pide un calmante, pero hay un orden
económico que impide, hay un monopolio tanto interno como externo, hay un
fantasma que desea entorpecer el trabajo de un artista, que le quita el aire,
que goza viéndolo cianótico. Hay personas que comprenden la amenaza de un
imperio partiendo de lo concreto, de lo cotidiano, en una palabra, de lo real.
Por ello Álvarez y Gaviria dicen: "Y llega uno a inventarse una áscesis del
cine, que es la forma de aprender a hacer cine como los americanos… ¡todo lo
que sobra, fuera!" ¿Lo que sobra?
Pero todo lo anterior ubicado
dentro del siguiente contexto: para Álvarez y Gaviria el sobreprecio lleva de
por sí una censura hacia el realizador, en el tiempo de duración permitido por
la exhibición y en el capital invertido por recuperar. En aras de esto hay que
sacrificar lo estético, lo propio del cine.
Su trabajo está lleno de
preguntas, sobre todo para aquellos que creen en hacer un cine honesto y digno
de ser visto por colombianos. En esta “provincia” dos personas han tirado las
primeras piedras, dos personas que seguramente están abiertas al dialogo, dos
personas llevan la delantera, dos personas quieren ponerle el cascabel al gato.
Existen unas latas en el fondo del río y es el buceo, el escarbar en aguas
oscuras, el superar remolinos, quien tiene la palabra.
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el gato naranja
noticiero poético para américa latina - con una sección zinética.
Director: Rafael Urrea Soto. Comité editorial: Mauricio Trujillo, Juan Diego Velásquez Romero, Andrés Quintero, Carlos Calle Archila, Jaime Eduardo Jaramillo, Carlos Mario Uribe, Edgar Gonzalez, Víctor Gaviria, Raúl González, John Henry Orozco, Héctor Jaime Carvajal, León Darío Gil, Fernando Cuartas, Ulises Giraldo y Mario Armando Valencia. Participan desde Buenos Aries (Argentina) el poeta Juan Gómez, desde La Paz Bolivia Carlos Idrobo y desde Sidney (Australia) Carlos Cuéllar.
contactos:
e-mail:cdcine@yahoo.com
Publicado por PRENSAMOVIELAB / Encuéntrenos en Twítter como @ ZINETICA
Sección fantasmacopio
Nunca me canso de leer este articulo.
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